Agroindustria, la gran ‘cosecha’ económica
Desde hace varios años, la comercialización de productos del campo y de sus derivados se ha convertido en uno de los principales motores de la economía mexicana, con tasas de crecimiento que prometen un futuro próspero para el sector.
El sector agroindustrial es clave en el desarrollo de cualquier país, no solo por el hecho de que garantiza la supervivencia de sus habitantes, sino porque, además, su desempeño está directamente relacionado con el Producto Interno Bruto (PIB) de las naciones.
En México, por ejemplo, dicho sector contribuyó con 8.5% del PIB en 2017, gracias a su capacidad de generar empleos –7.5 millones de personas, equivalentes a 15% de las plazas formales– y divisas, de acuerdo con datos de la entonces Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (actualmente Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural) y del Consejo Nacional Agropecuario (CNA).
Además, en 2017 el sector agroalimentario creció a una tasa promedio anual real de 2.4%, 0.4% por encima de la economía nacional.
Para marzo de 2018, el PIB agroalimentario alcanzó 27 trimestres de crecimiento ininterrumpido. Ese mismo año, las exportaciones del sector alcanzaron los 34 mil millones de dólares y, por cuarto año consecutivo, nuestro país tuvo, en ese momento, un superávit (ingresos superiores a los gastos) en la balanza comercial por más de 5 mil 800 millones de dólares, según cifras del CNA.
Esta misma tendencia al alza se vio reflejada en los primeros cuatro meses de 2019, con un superávit de 4 mil 222 millones de dólares, lo que significó un crecimiento de 15.9% con respecto al mismo periodo del año anterior y un récord histórico para este lapso.
En 2017, México ocupaba, a nivel mundial, el primer lugar en exportación de aguacate, jitomate, chiles y pimientos, cerveza y tequila; el segundo en exportación de limón; el tercero en fresas y frambuesas; el quinto en carne de pollo y huevo; y el sexto en carne de res (datos del CNA).
Como podemos observar, los pasos que ha dado el sector agroindustrial en los últimos años han sido favorables. Pero, ¿cuáles han sido los factores que han impulsado su crecimiento?
Por un lado, habría que destacar la adecuada inversión en infraestructura y tecnología, en las diferentes zonas agrícolas del país. La construcción de carreteras y ampliación o modernización de puertos, así como todos los instrumentos usados para el riego, la nutrición de cultivos, el cuidado sanitario de la ganadería y la calidad e innovación biotecnológica han sido piezas clave para el crecimiento del sector.
Por otra parte, la extensión del comercio agroalimentario hacia mercados como Corea, China, los países árabes y la Unión Europea también ha beneficiado al sector agroindustrial nacional, permitiendo, al mismo tiempo, la diversificación de su mercado.
Pero, aun con todo lo anterior, y a pesar del buen panorama que se pronostica para este sector, los retos todavía persisten.
El sector agroindustrial es clave en el desarrollo de cualquier país, no solo por el hecho de que garantiza la supervivencia de sus habitantes, sino porque, además, su desempeño está directamente relacionado con el Producto Interno Bruto de las naciones.
Los desafíos de la industria
Deloitte prevee que el sector agroindustrial registre, en conjunto, un crecimiento promedio anual de 4.7% durante el periodo 2019-2020. Para ello, será necesario poner atención a diversas situaciones, como la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China y los tratados comerciales entre México, Estados Unidos y Canadá.
Además de esos temas, existen otros asuntos a los que el sector debe estar atento y sobre los que necesita enfocar esfuerzos:
Llevar la agricultura de precisión y una tecnología más sofisticada a un mayor número de empresas para eficientar los cultivos. El uso del big data, blockchain, drones, robots puede resultar de gran ayuda para mejorar los procesos productivos del agro nacional.
Se debe atender el cambio climático, a fin de garantizar la seguridad alimentaria, la nutrición de la población y la producción. En este mismo sentido, es importante reducir la generación de gases de efecto invernadero en el sector, que actualmente alcanza alrededor de 21% del total de las emisiones globales.
El crecimiento de la población mundial, con cada vez menos disponibilidad de recursos, complica el abastecimiento de alimentos, por lo que es necesario implementar estrategias que ayuden a enfrentar esa tendencia.
Las plagas, las enfermedades y la resistencia de los microbios a los medicamentos van en aumento, así que será otro de los asuntos que cobrarán mayor interés conforme pasen los años.
Las tendencias de la población mundial hacia dietas más ricas en carne y lácteos también traen consigo repercusiones en la disposición de recursos naturales.
Las soluciones a estas problemáticas no son sencillas. Mientras nuestro país atiende situaciones específicas, debe trabajar también en impulsar un cambio coordinado a nivel global.
Por lo demás, las cifras del sector agroalimentario nacional llevan a México a posicionarse como una potencia de producción. El subsector pecuario, el de procesamiento de cárnicos y el de avicultura son prometedores para el futuro de la industria.
Sin embargo, es importante también darle seguimiento a la comercialización de productos como la cerveza, el tomate, el aguacate y las bayas, y analizar si se mantienen como los más exportados hacia otras latitudes.
La industria agrícola mexicana tiene frente a sí un panorama muy alentador. Todo será cuestión de mantener la inversión, implementar tecnología de vanguardia y contar, a largo plazo, con un eje de políticas públicas para cuidar la sostenibilidad de la producción. Las tierras de nuestro país son, definitivamente, fecundas para todo eso.
En entrevista con Salvador Sánchez, Socio Líder de Agronegocios en Deloitte México.